parar la bocha

Me acuerdo que mi amigo Mirko me dijo en uno se sus viajes cósmicos entre India, Andorra y Buenos Aires que tenía que lograr disfrutar de cada cosa que hacía. Si comía: disfrutar de la comida, saborearla. Si manejaba: manejaba tranquilo, disfrutando del acto de manejo o del tráfico. En aquel entonces me parecía imposible. Pero me quedó latente. Lo empecé a practicar mas o menos para la misma época en que empecé a fumar sin culpas, sin la palabra drogadicto azotándome el cerebro. Eh, lo que hago no está mal. Qué yo no joda a nadie, eh! Empecé que sentirle el gusto a las comidas, cocinando, escuchando música, intimidando, manejando, mirando los avisos de venta directa. Y, me sorprendo ayer recordando a Castaneda que desde la letra impresa me contaba que Don Juan le sugería que disfrutara acto por acto como si fuera la última vez que se iba a hacer. De cocinar porque es la última y después comer saboreando como si fuera la última vez que vamos a comer ese helado de dulce de leche tentación, y así, acto por acto. Porque no se sabe cuando nos toca la muerte. Nunca se sabe cuando es la última vez que interpretamos ese acto. Me gusta reunirme con mis amigos como si fuera la última. Uno pone lo mejor. Quiere disfrutar cada momento. No quiere que termine nunca. Estira el sueño. Da todo porque después no hay nada. Parar el mundo dice Carlos. Parar el tiempo digo yo. Reir, llorar. Hoy duermo tranquilo. Di todo. Se llevaron lo mejor de mí. Y cae el telón.