No era luna, pero igual salimos en su busqueda. Borbon, cuadra de la muerte y poco mas.
A tranco lento, pero sin perder el ritmo, probando eso que solo alguien como Sensei obsequia. Discreto pero jugueton, silencioso pero demoledor. Asesino a sueldo.
El portal al submundo hush nos permitio una entrada distinguida y con sabor a gloria. Casi a oscuras, el recibiemiento perfecto. Bigotes varios y señores de la mano acompañaron nuestro periplo.
Él estaba ahi, donde siempre. Luego a escote, uno por uno...todo joya.
La vuelta, bajo la exquisita manipulación de Ferranet (mago milenario), se hizo corta y dale que te pego llegamos a Vinarós, calle mítica si las hay...
La despedida fue corta, despreocupada. La noche era joven...y nosotros también!
Julio
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