miércoles, 16 de septiembre de 2009

parábola del joven melba

Ale huya, Ale huya, hermano Matías.

Son tiempos difíciles los que corren, tiempos donde el hambre y el desempleo azotan a los nuestros en este descuidado mundo. Y los lleva a la evasión, a desconectarse de la realidad, cosa que logran gracias al flagelo de la droga. Este cáncer que tiene la juventud. Y es este flagelo que hoy castiga duramente a uno de los nuestros. Un hermano que se debate entre el bien y el mal, entre su familia y los amigos del campeón. Un hermano que a partir de aquí llamaremos Melba. Melba, de joven supo estar en una banda de rock duro llamada Coxis, nombre que conseguirían gracias al padre del susodicho que al enterarse que su primogénito dedicaba su tiempo libre a la guitarra y no al estudio le habría propinado un puntapié en el upite rompiéndole la parte antes mencionada. Con la banda conoció la noche, y la noche te confunde. De ahí devinieron las mujeres fáciles que cambian caricias por dinero. Sus primeros coqueteos con las drogas donde conoce al Sr. Poxi y al Sr. Ram. Pero un día descubre que la fama es efímera y, que como el mal desodorante, un día te abandona. Y él no estaba preparado para semejante revés del destino, y es ahí donde se sumerge en un mundo de bajezas, de drogas duras, como cuando en un acto de desesperación llega a aspirar jabón en polvo para la ropa. Empieza a frecuentar la plaza Sarmiento en busca de anestesiar su deseo. Bajo los efectos del orégano o la tela de araña es empieza a frecuentar los baños de la cancha de Ñuls o simplemente el el Parque Independencia para vender su cuerpo por un puñado de monedas. Vejado y cansado es que toma la determinación de exiliarse como lo hiciera Luca, un coleguilla suyo, pero éste lo hace en el viejo continente, más precisamente Barcelona. Ahí logra encaminarse, consigue trabajo, se asea día por medio, una chiquita con la cual rascarse y todo está a pedir de boca. Pero no hay cielo sin infierno. Y es aquí donde las historia se torna confusa porque los datos encontrados no son muy precisos, solo sabemos que entabla una amistad con una parejita vecina de su tierra natal. Pero no damos bien con el causante de su segunda caída. Algunos se empeñan en afirmar que solo le faltaba la piedra a la onda, en este caso piedrita. Se juntan el hambre y las ganas de comer. Juntos recorren un camino de podredumbre. Y hace un último intento por escapar de su fin inevitable, y retorna al país para cobijarse en el ceno materno. Forma una familia, un hogar, trae al mundo a una pequeña. Pero no logra apagar el fuego que lleva dentro. Y vuelve a las andadas. Y es aquí donde entramos nosotros. Es hora que se convierta en un hombre de bien, una persona sociablemente sana. Ayudadlo, por él, pero por sobre todas las cosas por Gisela y esa niña que debe educar en un ámbito saludable.

Una parábola escalofriante pero que debía contarla dura y sin censura para que todos podamos aprender que la droga es un camino de ida. Un juguete que no tiene repuestos.

La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón? Los dejo pensando.
Una teoría que tiene un amigo es que si yo nací de mi padre y de mi madre, instantáneamente perdí la conciencia de mis otros yo nacidos de otros padres y otras madres.

1 comentario:

vascosanducero dijo...

Si la noche te confunde, ¿será que este fichaje a la noche me tendrá confundido in eternum? Por las dudas voy a vigilar lo que pienso no sea que me confunda y un día me encuentre frente al reloj queriendo fichar y ahí me acuerde que ya no tengo ficha. Menos mal que aunque sea de lejos estén ahí para que los pueda consultar ¿no?